Escultura en la pintura
La dureza de la roca metamórfica se transforma en una piel suave, lo inerte muda a dinámico, y el frío y blanquecino mármol se torna cálido y carnal cuando la sublime mano del escultor construye nuevas formas a las que imprime vida. Los cinceles de Bernini y Canova debieron acariciar la materia mientras el mazo los golpeaba con ritmo acompasado y precisión creativa. Estas obras son fruto de la inspiración grecolatina, de la maestría evocadora de Fidias y alcanzan una ejecución sublime en favor de un mensaje sensitivo.
Las creaciones de estos grandes referentes escultóricos son reinterpretadas por Jiménez Carrero con una nueva óptica pictórica. Desde su nueva perspectiva visual, la delicadeza técnica y el naturalismo formal conviven ahora con figuras geométricas y fondos abstractos. De nuevo, la obra de Carrero avanza hacia la vanguardia, pero sin dejar de mirar hacia atrás, sin abandonar a los clásicos, a los referentes del arte, a los pilares de la creación humana. Pero además imprime vida a las esculturas inmóviles cuando las hace interactuar con un pájaro que se posa sobre unos dedos delicados, cuando una tela envuelve un cuerpo desnudo o cuando reúne a varios personajes para que conversen entre sí.
El resultado es una agraciada alianza entre épocas que destilan una belleza de canon clásico y una armonía compositiva de formas puras.
Fernando Talaván Morín