
Javier Ruiz Taboada
Javier Ruiz Taboada
Caras y cruz
Siempre que miro el cuadro o la fotografía de una mujer desnuda (o de tres), lo primero en lo que me fijo es en su cara. Esto que puede sonar más falso que una moneda con dos cruces (o tres), es la pura verdad por más que el cuerpo esté de alma presente. Quisiera dejar claro no obstante que, para mi, cuando se trata de mujeres desnudas, la que me cuenta es la segunda impresión (o la tercera) por una sencilla cuestión de tacto.
Esto no quita para que, como ya publiqué en “Ropa interior”, el amante despechado pueda expresar su venganza exclamando:
“No me importa que me des la espalda, es lo que más me gusta de ti”
Al contemplar esta rasgada visión de “Las tres Gracias” uno no sabe si el pintor juega a confundirnos o simplemente andaba escaso de modelos. Bien es verdad que en este juego de espejos y espejismos, la gracia de una vale por tres, tanto de cara como de espalda (con lo bonita que es la palabra culo).
Si tuviera que interpretar su cruce de miradas y adivinar que están pensando, me atrevería a decir que la mujer de la izquierda está en actitud de “tú sabrás lo que haces”, la de la derecha de “no sé si quiero hacerlo” y la del centro…, a la del centro no se le ven los ojos, pero da la impresión de que espera que esa mano termine de dejarla en cuadro.
Es un cuadro impactante. Las figuras están dentro y fuera a la vez, el fondo rojo, las pieles blancas, los ojos negros y esa franja de rompe y rasga…, que ahora que lo pienso ¿y esa franja?, esa si que es una gracia (o dos). Debo concluir, en cualquier caso diciendo que hablando de Gracias, la unidad siempre son tres (o una).
Javier Ruiz Taboada
Periodista
Las tres Gracias